jueves, 6 de noviembre de 2008

Historia del Periodismo en Estados Unidos

¿Aburrido yo? ¿Con esta cara? ¿Creéis que un tipo con estas gafas es aburrido, malditos bastardos? - Joseph Pulitzer, ese gran incomprendido.

Las 13 colonias no tenían el régimen preliberal de Inglaterra. Durante la Revolución Gloriosa se da también una lucha religiosa; muchas ramas del protestantismo y católicos huyen a América, que se puebla de disidentes (Pensilvania-cuáqueros, Virginia-anglicanos, Maryland-católicos…); además de daneses, franceses, alemanes… Al gobierno británico sólo le interesaba el aspecto comercial, por lo que paulatinamente aumentaba su control económico, lo que provocaba críticas y la aparición de periódicos críticos en Boston (Boston Gazette), Nueva York, Filadelfia…

Destaca la labor de Benjamin Franklin; compró el periódico La Gaceta de Pensilvania, participó en la fundación de la primera biblioteca pública de Filadelfia y participó activamente en la creación del nuevo país. Otro personaje clave es John Zenger; atacó en su periódico Weekly Journal la corrupción del gobernador de Nueva York, William Cosby y de su camarilla. Este le mando arrestar por difamación. Tras estar diez meses en la cárcel, el juicio se celebró en agosto de 1735. El abogado Andrew Hamilton defendió a Zenger. Su argumento era que la verdad no constituía difamación, y que la libertad de publicar la verdad era un derecho natural de un inglés nacido libre. Zenger salió absuelto al ser juzgado por un jurado, y esta fue una importante victoria de la libertad de expresión y de prensa.

A raíz de esto surgen nuevos periódicos; se dará mucha importancia al entretenimiento (relatos y poesías) y habrá mucho espacio para anuncios privados, al ser tremendamente difícil conseguir noticias del extranjero. Compartían el aire independentista y a partir de 1765 se agudiza debido a una serie de impuestos, como la Stamp act y otros sobre la tinta, el papel… además de en otros ámbitos; "no taxation without representation". La prensa ejerció de agitador propagandístico (“Cartas de un granjero”: 10 cartas, el parlamento inglés es enemigo de la libertad, de los americanos; el Boston Tea Party de Samuel y John Kinsey Adams en 1773; “El sentido común”, de Thomas Payne, con enorme difusión, “el gobierno es sólo un mal necesario”). La propia Declaración de Independencia de 1776 sale publicada el 6 de julio en el Pennsylvania Evening Post; la prensa es capaz de cambiar una nación, se crean las bases de la sociedad americana. Es la prensa la que presiona para que la Constitución de 1789 cree un gobierno central fuerte, de tendencia federalista, en oposición a lo que en un principio apoyaban los americanos. Pese a esto, es la primera vez que podemos hablar de opinión pública, empieza a haber relación entre la acción de la prensa y las movilizaciones populares.

El fenómeno de la prensa popular/comercial va a tener un desarrollo muy rápido, debido a las oleadas de inmigración, consumidora de esta prensa; no sólo hay noticias, también entretenimiento, publicidad… además de editoriales (American Minerva, 1793). Esto se favorece por la difusión de muchas publicaciones. Estamos en la antesala del periodismo industrial, a partir del XIX, que de manera incipiente van surgiendo las agencias de prensa. Pero estos ejemplos, aunque amplían los márgenes del mercado, no van a servir para la elaboración del pensamiento popular.

En el siglo XIX, cada treinta años los inmigrantes duplicaron la población del país y su urbanización. Hacia 1830, el 10 % de los norteamericanos habitaban en ciudades. Los menos ricos y los granjeros del Oeste llevaron a la presidencia a A. Jackson (1828), símbolo de una era de reformas: el su¬fragio universal y la educación se generalizaron. La prensa reflejó e impulsó el desarrollo del igualitarismo. En los treinta años que precedieron a la Guerra de Se¬cesión aparecieron las prensas rápidas y el pa¬pel barato, así como la navegación de vapor, el ferrocarril y el telégrafo. La prensa adquirió entonces rasgos modernos. Concentró sus esfuerzos en la pura información con el fin de atraer a las multitu¬des, y por tanto a los anunciantes. La venta del ejemplar, muy barato, no cubría más que el costo del papel: la pu¬blicidad se convertía en esencial. Así la prensa se liberó de los partidos y atrajo inversiones. Como los periódi¬cos se vendían en la calle a un público poco educado, su presentación se hizo más atractiva y más sencilla.

B. Day fue el primero en conseguir un diario vendido a un centavo (penny) en lugar de a seis: el New York Sun (1833). Especializándose en los sucesos locales (menos caros de obtener), sobrepasó muy pron¬to la tirada global de los diarios neoyorkinos e in¬fluyó sobre toda la prensa. Sin embargo, la penny press no tardó en ser respetable. En 1835, James Gordon Bennet lanzó el New York Herald cuya tirada alcanzó los 40.000 ejemplares a los 15 meses, y 100.000 a los 15 años. ¿Su secreto? Añadir a lo sensacional una información abundante y variada, ser el primero en darla, y acompañarla de editoriales. Horace Greeley, en 1841, creó el popular Tribune, que no cesó de defender causas nobles y adquirió una influencia única en la Historia de los Estados Unidos. Realiza la primera entrevista; al líder mormón, que inicia el conflicto entre vida privada e información. A partir de ahora la opinión pública tiene su ámbito en lo privado, “autoridad moral pública”. Esta prensa da primacía a lo local, que supondrá un factor de cohesión dentro de la ciudad; la información se convierte en factor de identidad comunitaria. En 1851, H. Raymond fundó el New York Times, y le dio su gran repu¬tación de periódico objetivo. Nueva Inglaterra tenía por supuesto, diarios de calidad, pero también la región del Midwest, con el Chicago Tribune.

Después de 1865, los Estados Unidos tuvieron una muta¬ción industrial: cable trasatlán¬tico, vía férrea transcontinental, rotativas perfeccionadas, teléfono, linotipia, etc. Se habían reunido por tanto tres con¬diciones esenciales para que la prensa diera un nuevo paso adelante. Dos hombres, uno de la zona del Midwest, el otro de California, iniciaron una segunda ola de populari¬zación.

J. Pulitzer impulsó primero el St Louis Post-Dispatch (1878), después el New York World (1883), utilizando sucesos, grandes titulares e ilustraciones, pero dando también una relación exacta y completa de la actua¬lidad y haciendo campaña contra la injusticia y la corrup¬ción. El World batió todos los records: vendía un millón de ejemplares en 1897. Y el Sunday World impuso a la pren¬sa la edición dominical, dedicada al entretenimiento.

- Lo creáis o no, esto era el despolle por aquellos años. Humor inteligente le llamaban.

W. R. Hearst había dado nueva vida al San Francisco Examiner (1887) vulgarizando algunos méto¬dos de Pulitzer. En 1896 compró el New York Journal y se lanzó a una fortísima competencia contra el World. A fuerza de dólares conquistó un amplio público inculto, al que atraía con historias violentas, fuertes o sentimentales, escándalos inventados y cruzadas estériles. Explotó ruido¬samente el nacionalismo y el imperialismo naciente en el público hasta el punto de que se le atribuye en parte la guerra hispano-norteamericana. En 1900, la Yellow press abarcaba una tercera parte de los grandes periódicos norteamericanos, lo que provocó un rechazo de las capas más cul¬tivadas, y graves amenazas de regulación gubernamental.

Otro gran patrón de prensa fue E. W. Scripps. Su cadena de periódicos iniciada en los años 80 se convirtió en la mayor del país. Sus diarios vespertinos atraían a las masas de las ciudades industriales de tamaño medio por sus informaciones breves y por el decidido apoyo a sus intereses. Primer magnate «moderno», Scripps dejaba a sus directores libres de actuar, con tal de que obtuvieran beneficios. A su muerte poseía 50 millones de dólares, tres cadenas de periódicos y cuatro agencias, una de ellas la United Press.

Se había entrado en la era de los mass-media. Dadas las inversiones que requería, la prensa formaba parte del big business. Los diarios, grandes empresas industriales, perse¬guían ante todo el beneficio. Norteamérica inauguraba la producción en masa: los mayores ingresos de la prensa venían ahora de la publicidad. Para obtenerla era necesario aumentar las tiradas, lo que producía una competencia en¬carnizada.

A partir de 1870 las posibilidades de lucro con la publicidad son enormes; fruto de la Revolución Industrial, donde hay lucro hay consumo, hay publicidad. La Penny Press utiliza la publicidad y con la prensa popular tiene un crecimiento desmesurado. Las clases altas tendrán una prensa de calidad, que no depende de la publicidad para mantenerse (The New York Ledger no admitía publicidad), y las clases populares tendrán una prensa de bajo coste e infestada de publicidad. Se anunciaban vendedores de productos muy baratos, profesionales, patentes medicinales fraudulentas…; también se pusieron de moda los centros comerciales. No había ninguna norma regulatoria, los propios periódicos mentían sobre su tirada para tener espacios publicitarios más caros; tanto publicitario como anunciante mentían. En 1869 se crea el primer directorio de periódicos, donde se editan y se firman contratos publicitarios; empiezan a lanzarse campañas nacionales que no son de patentes, lo que aumenta la credibilidad. Los primeros nombres destacados son Claude Hopkins (copywriter, venta dura, llenos de letra + cupón final de muestra, publicidad como ciencia), Ealmo Calkins (creativo de arte, camisetas Arrow, ilustraciones modernistas) y Albert Lasker (creativo de cuentas, venta blanda)

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