lunes, 10 de noviembre de 2008

La Revolución Francesa (1789-1794)

- Epa, no, no soy Ramón Calderón con peluca, soy Robespierre. Pero también le cortaría el cuello a Ferguson si se me pone a tiro, que estoy muy loco.

En las postrimerías del siglo XVIII, Francia asiste al desmoronamiento de sus estructuras feudales. El proceso se manifestó a través de una crisis social y del Estado que condujeron a la descomposición del absolutismo. Las ideas de la Ilustración jugaron un papel clave. La mala coyuntura económica aceleró el proceso. Legalmente la sociedad estaba dividida en estamentos fundamentados sobre los privilegios y la desigualdad. Los beneficiarios de este orden social eran la nobleza y el clero. Un tercer grupo que estaba constituido por burgueses, artesanos, campesinos y otros colectivos; carecía de privilegios y sumaba el 90% de la población. Sobre ese conjunto recaían los impuestos y cargas económicas en los que se sustentaba el Estado. Los cambios económicos que estaban teniendo lugar en el seno del capitalismo comercial dotaban a la burguesía de un poder económico que no se correspondía con su protagonismo político. Este desajuste originaba frustración en una clase rica y culta que reclamaba un nuevo marco social y político donde poder desarrollar sus expectativas. Francia estaba gobernada por una monarquía absoluta encarnada en un rey de derecho divino y un Estado fuertemente centralizado. Para muchos se hacía necesaria una reforma a la que, sin embargo, estaban poco dispuestos los privilegiados. La crisis del Estado se traducía en un crónico déficit que hacía que anualmente los gastos de la Hacienda Pública superasen en un 20% a los ingresos. Las medidas que se acometieron para paliar el problema no hicieron sino complicar la situación pues se centraron en el creciente recurso a empréstitos y al incremento de la presión fiscal. Esta difícil situación constituirá uno de los detonantes del estallido revolucionario. La Ilustración subrayó esas contradicciones, contribuyendo a socavar los cimientos sociales y políticos del Antiguo Régimen. Destacaron las teorías de Montesquieu y Rousseau, fundamentadas en los principios de separación de poderes, soberanía nacional e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El ejemplo de cómo esos principios podían llevarse a la práctica lo tuvieron los franceses en los Estados Unidos.

La revuelta de los privilegiados
La protagonizaron la aristocracia y el clero que se opusieron a las propuestas de Luis XVI. Para evitar la bancarrota de la Hacienda se proyectó una reforma fiscal que incorporaba como contribuyentes a los privilegiados. Reunidos en una Asamblea de Notables, integrada por príncipes, grandes nobles y altos dignatarios eclesiásticos, los dos grupos privilegiados se opusieron y solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea en la que también tenía representación el Estado Llano.

Los Estados Generales (1789)
Se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789 con el propósito de solventar el problema financiero. Sirvieron de plataforma para que el Estado Llano pidiese reformas políticas, canalizando dichas demandas mediante los llamados “Cuadernos de Quejas”. El Estado Llano, que contaba con un número de componentes que igualaba al de los otros dos juntos, planteó que las votaciones se hiciesen individualmente, cada diputado un voto y no por estamentos, a lo que tanto la nobleza como el clero se negaron. Ante tal rechazo, los representantes del Tercer Estado optaron por reunirse separadamente.

La Asamblea Nacional y la Asamblea Constituyente (1789-1791)
Frente a las presiones para que la Asamblea Nacional se disolviese, el 20 de junio de 1789 los diputados juraron no hacerlo hasta elaborar una Constitución para Francia. Desde ese instante la Asamblea Nacional se transformó en Asamblea Constituyente. A los intentos del monarca por reprimir una insubordinación que cuestionaba el orden establecido respondió el pueblo de París con el Asalto a la Bastilla (14 de julio). Abolió los privilegios feudales y la sociedad estamental, declaró los Derechos del Hombre y del ciudadano, la soberanía nacional, la libertad e igualdad de los hombres, principios que se formalizaron en la primera constitución francesa, cuyo precedente inmediato fue la estadounidense de 1878, redactó la Constitución Civil del Clero, que suponía la formación de una Iglesia nacional desgajada de la obediencia del Papa. Esta medida provocó la consiguiente división del clero en dos sectores: los “juramentados” (que se atuvieron a la norma) y los “refractarios” (reacios a acatarla) y promulgó la Constitución de 1791, ley fundamental que organizaba la vida de Francia y en la que se contempló la soberanía nacional, la división de poderes y el sufragio censitario. La Asamblea Nacional ponía la Revolución en manos de los sectores moderados, los girondinos. Con ella Francia dejó de ser una monarquía absoluta y se organizó como una monarquía de carácter limitado y constitucional.

La Asamblea Legislativa (1791-1792)
De acuerdo con la Constitución de 1791 se configuró una nueva Asamblea, que habría de trabajar junto al rey en la elaboración de leyes. Durante ese período tuvieron lugar una serie de hechos que radicalizaron la revolución: tras la aprobación de la Constitución del Clero, el rey intentó huir a Austria. Descubierto en Varennes fue obligado a regresar, quedando en entredicho su lealtad, pero también afectando a las iniciativas de los miembros moderados de la Asamblea Constituyente y a la propia Constitución monárquica de 1791. Como reacción, las potencias absolutistas encabezadas por Austria y Prusia decidieron intervenir. La Asamblea Legislativa, dominada por los girondinos, declaró la guerra a Austria, en tanto que los jacobinos discrepaban de la decisión pues suponía una internacionalización de la Revolución que en principio no deseaban. Se desencadenó la escisión del frente revolucionario. Esta división se vio propiciada por los iniciales reveses militares franceses en la primavera de 1792. Surgieron grupos radicales (Sans-Culottes) que reivindicaban cambios democráticos y sociales avanzados. El 10 de agosto instauraron en París una Comuna revolucionaria que destituyó y arrestó al rey procediendo a la sistemática persecución de sus seguidores. Se ponía fin de ese modo a la monarquía constituyente consagrada en la Constitución de 1791.

La Convención Nacional (1792-1794)
La Asamblea Legislativa fue reemplazada mediante sufragio universal por la Convención Nacional. Abolió la monarquía e implantó una República. La Convención contó en su seno con tendencias articuladas en los siguientes grupos: Girondinos (con Lafayette -Presidente de la Asamblea Nacional-, Mirabeau -Presidente, consejero real y partidario de la monarquía constitucional- y Brissot -director de El Patriota Francés-), partidarios de controlar moderadamente el proceso revolucionario, Jacobinos (con Danton -republicano y diputado de la Convención-, Marat -Director de L'Ami du Peuple y representante del pueblo- y Robespierre, contrario a la guerra con Austria, apoyado por los sans-culottes llega al poder como portavoz del Partido Radical de la Montaña, haciéndose republicano y creando el Comité de Salvación Pública, instaurando el Régimen del Terror), que apoyados por los sans-culottes (artesanos y obreros) y la Comuna de París evolucionaron hacia posturas radicales y La Llanura (que comprendía la mayor parte de la Convención) fluctuaba entre ambos grupos. Dos etapas configuraron este período. La girondina (septiembre de 1792-junio de 1793), mientras duró, la Convención estuvo dominada por los moderados girondinos. Se venció a los prusianos, pero la presión de los jacobinos forzó a la ejecución del rey (enero de 1793), lo que avivó la ofensiva europea, encabezada por Inglaterra. La jacobina (junio de 1793-julio de 1794), los más exaltados se hicieron con el poder y a través de medidas de excepción como la constitución de un Tribunal Revolucionario expulsaron a los girondinos de la Convención. La revolución evolucionó hacia su fase radical desembocando en un “Régimen de Terror” que, encabezado por Robespierre, llegó incluso a eliminar a los jacobinos menos vehementes (Danton). En julio de 1794, un golpe de estado protagonizado por los diputados centristas (la Llanura) depuso a Robespierre y mandó ejecutarlo. El ascenso revolucionario quedó interrumpido y Francia se adentró en una etapa moderada.

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Documental sobre los primeros años de la Revolución Francesa, cosa fina chavalería:

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