sábado, 6 de diciembre de 2008

La Unificación Alemana y la hegemonía alemana

Otto Von Bismarck y su cara de buenos amigos. ¿Quién no pactaría con él?

Alemania, como Italia, había repetido desde 1850, el modelo político previo a 1848: dividida en múltiples Estados, la Confederación Alemana era solo un nombre. Restablecido el régimen reaccionario, la influencia austríaca se hizo sentir nuevamente. Esta situación no mejoró entre 1850 y 1862. Los gobiernos se volvieron cada vez más autoritarios y Austria reforzó su predominio. Todo parecía impedir la puesta en marcha de un plan de unidad nacional. A pesar de los graves factores que conspiraban contra la unidad alemana, había algunos que le eran favorables. En primer lugar, la potencia económica de Prusia; en segundo lugar, las industrias prusianas que revitalizaron a Alemania gracias a la Unión Aduanera; por ultimo, la construcción de una importante red ferroviaria. Y si muchos patriotas desconfiaban de Prusia, como Estado reaccionario, los hombres de negocios alemanes deseaban la unión del país bajo la dirección prusiana.

Otto von Bismarck, aristócrata prusiano y artífice de la unificación, fue nombrado presidente de Prusia por el káiser Guillermo I en 1862. El gobierno prusiano y la Dieta (parlamento) de Berlín se hallaban enfrentados a causa del proyecto de reforma del ejército elaborado por el Ministerio de la Guerra, que consistía en la ampliación del periodo de servicio militar obligatorio y en la abolición la milicia compuesta ciudadana. El sector liberal de Prusia, que contaba con la mayoría, rechazó esta propuesta por considerarla un conjunto de medidas reaccionarias destinadas a incrementar los poderes de la corona prusiana y se negó a aprobar el presupuesto de defensa. Bismarck, decidido a vencer, gobernó el país y recaudó los impuestos sin contar con el consentimiento del parlamento.

El ministro-presidente deseaba ampliar el territorio de Prusia y aumentar su poder a expensas de los estados vecinos de Alemania del norte; a su juicio, este plan uniría a la mayoría de los prusianos en torno a la Corona y, por lo tanto, los liberales quedarían aislados. Bismarck no contaba con un plan diseñado de antemano para llevar a cabo la unificación alemana. Era un hombre implacable y estaba dispuesto a aprovechar las divergencias entre las otras grandes potencias para lograr sus objetivos. El ejército prusiano, recientemente reorganizado y mejor equipado, sería el instrumento con el que alcanzaría sus objetivos en política exterior. Su oportunidad llegó en 1863, cuando la Confederación Germánica, una unión de estados alemanes presidida por el Imperio austriaco, protestó ante el intento de Cristián IX de Dinamarca por incorporar a su reino el ducado de Schleswig. En el Protocolo de Londres de 1852, se había dispuesto que quedara unida al ducado de Holstein, que era miembro de la Confederación Germánica. Bismarck pretendía sacar provecho de esta disputa en favor de los intereses de Prusia y persuadió al emperador austriaco para que se uniera a Prusia en su defensa de los términos del Protocolo de Londres, lo que obligaría a Dinamarca a renunciar a su soberanía sobre las dos provincias. Se inició así la llamada guerra de los Ducados. Las fuerzas austríacas y prusianas invadieron Jutlandia. El rey de Dinamarca se vio forzado a transferir Schleswig-Holstein a los dos vencedores tras la derrota de su ejército en el mes de agosto, y las fuerzas de Austria y Prusia ocuparon el territorio conquistado.

Después de la victoria, era preciso decidir el futuro de los dos ducados: Bismarck deseaba anexionarlos a Prusia, una solución a la que Austria se oponía. Se intentó resolver este asunto de distintas formas: se celebró una conferencia en Londres a la que asistieron las grandes potencias; tras el fracaso de esta reunión, negociaron las naciones en conflicto. Esta vía tampoco condujo a acuerdo y Prusia y Austria entraron en guerra el 14 de junio de 1866 -Guerra de las Siete Semanas-. Austria contaba con el apoyo de gran parte de la Confederación Germánica. Prusia firmó una alianza con Italia (a la que prometió la provincia austriaca de Venecia en el caso de que vencieran), con el fin de presentar dos frentes de batalla. Los estados alemanes proaustriacos no tardaron en ser derrotados. El ejército austríaco fue completamente aniquilado en Sadowa, situada en Bohemia, el 3 de julio. Austria se vio obligada a firmar el Tratado de Praga en el que se comprometía a renunciar a sus anteriores competencias en Alemania. Napoleón III está a favor. Luego se arrepentirá.

Prusia constituyó, con los demás Estados del norte del Main y Sajonia, la Confederación de Alemania del Norte. Los reinos de Baviera, Wurttenberg y el gran ducado de Baden permanecieron independientes, pero firmaron alianzas con Prusia. Bismarck promulgó una nueva Constitución para la Confederación. Guillermo I, rey de Prusia, fue nombrado presidente hereditario de la Confederación, mientras que el poder real de la misma era otorgado a Bismarck como canciller. Se constituyó un Reichstag (asamblea representativa), elegido por sufragio universal masculino, con poderes limitados. Los ministros del nuevo gabinete fueron nombrados por el Rey. Los liberales prusianos apoyaron a Bismarck en esos momentos por sus éxitos recientes, y la Dieta prusiana aprobó una ley de indemnización para absolverle de todas las acciones ilegales realizadas. Las otras potencias, que habían permanecido neutrales, no habían previsto la magnitud de la derrota austríaca. Napoleón III exigió a Prusia compensaciones por la ampliación de su territorio, y sugirió a Bismarck la cesión de algunas zonas de Renania, Bélgica o Luxemburgo.
Hacia finales de la década de los sesenta, España, cuya reina, Isabel II, había sido depuesta recientemente, por la revolución de 1868, ofreció su trono al príncipe Leopoldo de Hohenzollern, pariente de Guillermo I. Napoleón III, que no deseaba verse rodeado por Prusia, protestó por esta propuesta y la candidatura de Leopoldo fue retirada bajo la presión del Káiser. Ante esta situación, el embajador francés de Prusia se trasladó para entrevistarse con Guillermo. Éste, indignado porque se pusiera en duda su palabra, telegrafió a Bismarck para comunicarle que se negaba a ofrecer ninguna otra confirmación al embajador francés, al que había despedido. Bismarck manipuló el telegrama para que produjera la impresión de que había sido insultado, y lo publicó en prensa. Las opiniones de corte nacionalista proliferaron y Francia declaró la guerra a Prusia, encolerizada por el supuesto agravio contra su embajador. Bismarck también hizo públicas las demandas de Napoleón III sobre Bélgica y Luxemburgo, lo que reafirmó a Gran Bretaña en su decisión de permanecer neutral en el conflicto. Los estados alemanes del sur, irritados por los proyectos previstos por el Emperador francés para el territorio renano, que Bismarck también se encargó de filtrar a la prensa, se unieron a Prusia. Los ejércitos de Napoleón III fueron derrotados en la batalla de Sedan y en Metz; a continuación, los prusianos sitiaron París. Napoleón abdicó y se proclamó la III República.
-Napoleón III y Bismarck tomando el té después de Sedan. Observad lo triste que está el sobrino de Napoleón ante la idea de jubirlarse en Londres viviendo a todo tren. La verdad es que Otto le hizo un favor.

Se formó un Gobierno de Defensa Nacional que intentó organizar la resistencia en las zonas no ocupadas del sur del país. Los nuevos ejércitos franceses, apoyados por guerrilleros, lucharon durante un tiempo contra fuerzas muy superiores, pero las autoridades se vieron obligadas a firmar un armisticio con Prusia el 28 de enero de 1871, que incluía la capitulación de París, agotada por el sitio sufrido. Francia tuvo que ceder a Prusia las provincias de Alsacia y Lorena y pagar una gravosa indemnización de guerra (Tratado de Frankfurt). El rey de Prusia, Guillermo I, fue proclamado emperador de Alemania por otros príncipes alemanes en enero de 1871; la ceremonia tuvo lugar en Versalles, donde se encontraba en estos momentos el cuartel general del ejército prusiano. La Constitución de la ya inexistente Confederación de Alemania del Norte fue aprobada definitivamente el 16 de abril de 1871, por el segundo Imperio alemán.

El imperio enfrentó dos fuerzas internas contrapuestas, la Iglesia Católica y la socialdemocracia. Bismarck dictó las Leyes de Mayo, por las que se secularizaban la educación y otras actividades civiles, pero retrocedió después, para contar a la Iglesia como aliado en contra del socialismo. Alarmado por el crecimiento de la socialdemocracia, el régimen aplicó una combinación de represión y reformas sociales, con el fin de neutralizar su potencial. El gobierno de Bismarck utilizó el proteccionismo comercial para aumentar el ingreso interno y fomentar la industria nacional. La economía alemana dio un nuevo salto, sobre todo en la industria pesada, la química, la electrotécnica y la de medios de producción. La formación de la Triple Alianza, con Austria e Italia, así como el establecimiento de colonias en África y Asia a partir de 1884, evidenciaron la aspiración de convertir al Imperio Alemán en una potencia mundial.

Bismarck consiguió que Berlín fuera el centro de la diplomacia europea de su tiempo. Su actividad se orientó a lograr la hegemonía alemana y a evitar la revancha francesa, aislando a esta potencia mediante juegos de alianzas denominados sistemas bismarckianos, respaldados por una política de fuerza o realpolitik. Su mayor logro lo alcanzó con la firma de la Triple Alianza (1882) entre Alemania, Austria-Hungría e Italia. Frente a este bloque, tras la dimisión de Bismark, Francia respondió con la formación de la Entente Cordial (1904) con Inglaterra, a la que se añadiría Rusia con la firma de la Triple Entente (1907). De esta forma, cualquier conflicto entre naciones corría el peligro de implicar a toda Europa, como sucedió al estallar la Primera Guerra Mundial. Como gran estado moderno, Alemania llega tarde al reparto colonial del planeta. El Káiser Guillermo I se encargará de extender el poder de Alemania, por medio de una industria competitiva con relación a la gran potencia del momento, Inglaterra. Berlín se afianza como una de las ciudades más importantes de Europa. Y la industria alemana, en su búsqueda de nuevos mercados tropieza con la hostilidad de Inglaterra y Francia. Hostilidad que con el tiempo desembocará en la Primera Guerra Mundial.

El tenso ambiente entre Inglaterra y Francia y el nuevo estado alemán crece año a año, a pesar de las Conferencias Internaciones de Paz, de 1899 y de 1907 de La Haya, que buscan crear foros de arbitraje donde dirimir los litigios. Surge la Corte de Arbitraje de La Haya. Pero entretanto, en Alemania, se difunde la doctrina de una serie de pensadores políticos como Friedrich von Bernhardi, y otros que sostienen que la guerra forma parte consustancial de la vitalidad de las naciones; el nuevo Káiser, Guillermo II, es belicista y no mantiene el equilibrio de Bismarck.. El espíritu bélico de Prusia resurge. Francia e Inglaterra las que aparecen como enemigas, como principales obstáculos al vertiginoso desarrollo industrial de Alemania, que necesita desesperadamente nuevos mercados donde vender sus productos, de más calidad y a mejor precio que los de esos dos países. El germen de la guerra ya existe a comienzos de la segunda década. Para entonces Alemania ha buscado nuevos aliados, Italia en el Sur, y Japón para debilitar a Rusia, en el Pacífico. Rusia acababa de ser derrotada por Japón en 1905. Y la caída de la monarquía no tardaría en llegar, pero la Primera Guerra Mundial llegó antes, en 1914, y al final de la misma en 1919 también cayó la monarquía en Alemania y en Austria.

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Documental que os robará media hora de vuestra vida y ni siquiera entra en este tema de manera directa: el acorazado Bismarck, la joya de la marina nazi. Y sí, el nombre es por nuestro Otto.

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Glosario:
-Unión Aduanera: La Zollverein, en la que se abolen los aranceles (impuestos) entre los miembros de la Confederación Germánica, excepto Austria, en 1834, es el primer paso hacia la cohesión política.
-Romanticismo: No es un movimiento unitario, hay fases: se inicia en los años 90' del XVIII y se extiende durante la primera mitad del XIX. Los filósofos dominantes son Fichte y Schelling, y autores destacados son E.T.A. Hoffman y Hölderlin. En la unificación Bismarck se apropia del concepto de lo sublime, de la excelencia, del orgullo de ser compatriota de personalidades como Beethoven o Goethe. Hay que tener en cuenta que es una época insegura y alienante, se idealizan y topifican momentos pasados y se mitifica la realidad y la historia, entroncando con el ideal de Imperio con Roma.
-Conferencia de Berlín: Convocada por Portugal, la organiza Bismarck. Se establece la libre navegación marítima y fluvial, Leopoldo II de Bélgica establece como árbitro del Congo y se divide el mapa de África y Asia. Las consecuencias de estos son los conflictos nacionales y la desastrosa descolonización que aún hoy sufren las antiguas colonias. No confundir con Congreso de Berlín, ahí se trataron asuntos sobre la problemática de los Balcanes.
-Reichstag y -Bundesrat son los órganos del poder legistalivo de la nueva Alemania.

1 comentario:

Diseño dijo...

Por si te sirve de consuelo, ya leí tu blog y me gustó. Felicidades desde Santiago de Chile.