jueves, 30 de octubre de 2008

La independencia de Estados Unidos y la democracia

A mediados del siglo XVIII Gran Bretaña poseía en la costa atlántica del Norte de América 13 colonias. Habían alcanzado cierta prosperidad. Las 8 del norte basaban su pujanza en la industria y el comercio y estaban lideradas por una rica burguesía. Las 5 del sur eran agrícolas (plantaciones de algodón, tabaco y arroz trabajadas por esclavos negros) y su clase adinerada la componían fundamentalmente terratenientes. Tanto unas como otras, desde una práctica mercantilista, estaban sujetas al llamado "Pacto Colonial" que las obligaba a suministrar materias primas a la metrópoli a cambio de recibir sus manufacturas. Políticamente Dependían de la Corona Británica (Jorge III), gozaban de escasa autonomía y los gobernadores británicos constituían la máxima autoridad. No poseían representación en el Parlamento Británico, lugar donde se decidían los asuntos importantes referentes a las colonias, tales como la fijación de impuestos. Todo ello generaba malestar entre los colonos deseosos de alcanzar cierto grado de autonomía.

Causas de la revolución de las 13 colonias
Desde mitad del siglo XVIII existían una serie de factores (economía dependiente, falta de autonomía política) que dañaban las relaciones entre colonos y Metrópoli. El desencadenante de la revuelta se produjo tras la Guerra de los Siete Años que Inglaterra había mantenido con Francia (1756 y 1763). Este conflicto generó una crisis finaciera del Estado que la Corona intentó paliar recurriendo al forzoso concurso económico de los colonos en forma de nuevos impuestos. Uno de estos impuestos fue la Stamp Act o "Ley del timbre" (1765), sello que grababa la adquisición de documentos oficiales y la prensa. La oposición de las colonias a lo que consideraban una tasa abusiva obligó a la Corona a retirarla. Pero más tarde, en 1767, se establecieron otros impuestos (Townshend Acts) que gravaban el papel, el vidrio, el plomo y el té. Los colonos consideraron ilegítimas tales contribuciones y denunciaron la imposibilidad de disponer de representación en los foros donde se decidían iniciativas de tal calibre. Las protestas no se hicieron esperar y alcanzaron especial gravedad en 1770, año en que tuvo lugar la llamada “Matanza de Boston". Ante la violenta reacción de los colonos, la Corona decidió retirar todas las tasas, salvo la del Té, hecho que provocó el llamado "Motín del Té" acontecido en el puerto de Boston (1773). La respuesta a tales hechos por parte de la Corona se concretó en las llamadas "Leyes Coercitivas" de 1774, también denominadas "Leyes Intolerables" por los colonos, que se aplicaron a la colonia de Massachussets y que supusieron, entre otras consecuencias, la clausura del puerto de Boston. En septiembre de 1774 se celebró un Congreso en Filadelfia (Pensilvania) que impulsó la colaboración de las colonias frente a las acciones británicas. Todavía no se defendía la independencia respecto a la metrópoli y la reunión se limitó a una serie de reivindicaciones expresadas a través de una Declaración de Derechos y Agravios.

La guerra de la independencia de las 13 colonias
La guerra se inició en abril de 1775 con la batalla de Lexington. En ella intervinieron dos concepciones militares distintas. De un lado, el ejército regular colonial británico reforzado por 17.000 mercenarios, al que se unieron diversas tribus indias. Sobre el papel era muy superior al de los colonos pero el alejamiento de sus bases logísticas le restaba eficacia. Del otro, la improvisada fuerza armada de los colonos, en principio desorganizada, pero convertida con el tiempo por George Washington en un efectivo instrumento militar. A partir de 1778 (tras la petición de ayuda del científico Benjamín Franklin) las potencias absolutistas Francia (Lafayette) y España intervinieron en apoyo de la joven República. Su pretensión era debilitar a Inglaterra. Asimimismo intervino Holanda. Tras una primera etapa favorable a Gran Bretaña, el conflicto cambió de rumbo a raíz de la victoria de los colonos en Saratoga (1777). La batalla de Yorktown (1781) decidió el resultado del conflicto que concluyó definitivamente en 1783 tras la firma de la Paz de Versalles, por la que Gran Bretaña reconoció la independencia de los Estados Unidos.

La creación de un nuevo estado
El nuevo Estado surgido de la revolución se asentó sobre un conjunto de valores e instituciones inspirados en el pensamiento liberal e ilustrado que se extendieron posteriormente a otros países. Garantizaba una serie de prerrogativas; es decir, ventajas individuales de carácter natural e inherentes a toda persona que se concretaron en el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la propiedad, a derrocar un gobierno injusto (soberanía nacional), a la defensa legal ("hábeas corpus"), a la libertad de expresión, asociación, prensa y religión. Estos derechos fueron plasmados tempranamente en la Declaración de Independencia (Filadelfia, 4 de julio de 1776) redactada por Jefferson y en la Declaración de Derechos del Estado de Virginia (1776). La Constitución de 1787 reunía las singularidades de cada uno de los estados. A ella se sometieron (bajo la idea de soberanía nacional) todos los gobernantes y cargos públicos. Supuso la primera plasmación práctica de los principios políticos del liberalismo. La organización política que se eligió fue la de un Estado federal republicano, que agrupaba las trece colonias en una confederación voluntaria. Su vínculo quedaba garantizado por un poder federal fuerte cuyo papel consistía en conciliar los particularismos de cada uno de los estados miembros en aspectos tales como la política exterior, la política económica o el ejército. Actualmente la Constitución de 1787 sigue estando vigente en USA, aunque ha sido objeto de numerosas enmiendas que le han permitido adaptarse a los tiempos.

Consecuencias de la independencia de las trece colonias
Desde el punto de vista económico, los Estados Unidos de Norteamérica se liberaron de las trabas de carácter mercantilista que les imponía la metrópoli cuando eran colonias y se lanzaron a un proceso de expansión económica y territorial (conquista del Oeste) que los convertiría en una gran potencia. Desde el punto de vista social, la burguesía emprendió el liderazgo de una moderna sociedad de clases mientras otros estados permanecían anclados en la sociedad estamental. Desde el punto de vista internacional, surgió el primer ejemplo de descolonización. En cuanto al carácter internacional del conflicto hay que distinguir entre dos casos: Para Francia la guerra supuso un considerable gasto y la agudización de la crisis del Antiguo Régimen. Seis años después de que concluyera el conflicto americano estallaría su propia Revolución. España se anexionó extensas áreas del sur de Norteamérica, pero por otro asistió impotente a la expansión de las ideas revolucionarias en sus territorios ultramarinos. Décadas más tarde perdería la mayor parte de sus colonias. Desde el punto de vista político-ideológico, se consumó la primera revolución de carácter liberal que permitió hacer realidad las ideas más avanzadas de la Ilustración. La Constitución de 1787 fue la primera escrita de la historia. La República Federal que articuló el nuevo Estado llevó a la práctica la división de poderes de Montesquieu: El legislativo recayó en el Congreso, el judicial lo detentó el Tribunal Supremo y el ejecutivo lo encarnó el Presidente de la República, el primero de los cuales fue George Washington.

Siglo XIX
En 1803, la compra de Louisiana a Francia duplicó el territorio de la Unión. Entre 1810 y 1819, Estados Unidos provocó una guerra con España para anexarse la Florida e interviene activamente en el Congreso de Viena con el presidente Monroe, quien sienta una nueva doctrina bajo el lema de "América para los americanos", defendiendo su posición frente a los intentos revisionistas de las grandes potencias absolutistas.. En 1836, los texanos se rebelaron contra México y fundaron una república, que se integró a la Unión en 1845. Estados Unidos declaró la guerra a México y le quitó la mitad de su territorio. California fue incorporada como estado en 1850 y Oregón en 1853. La expansión al oeste no fue sólo un cambio de dueño para estas tierras, sino una nueva tragedia para los americanos nativos, diezmados por oleadas sucesivas de fiebre de tierras y de oro. Sucesivos tratados fueron firmados con los pueblos nativos, sistemáticamente violados por nuevas ocupaciones de tierras o nuevos tratados impuestos a la fuerza. En 1838, el ejército federal expulsó de sus territorios a 14.000 cherokees y 4.000 de ellos murieron en el camino a sus nuevas tierras. En 1850, en el sur había unos 6 millones de habitantes de origen europeo, de los cuales sólo 345.525 poseían esclavos. Pero la mayoría defendía la esclavitud, atemorizados por las rebeliones de los esclavos en Carolina del Sur, en 1822, y en Virginia, en 1800 y 1831.

La Guerra de Secesión (1861-1865), giró en torno a la esclavitud, pero su causa principal fue la lucha entre los dos sistemas económicos desarrollados en el país. El capitalismo industrial del norte necesitaba liberar la mano de obra, ampliar y proteger el mercado interno, mientras los hacendados esclavistas del sur querían mantener el libre acceso a sus mercados externos.
La elección de Abraham Lincoln, en 1860, detonó la crisis. Antes de que asumiera la presidencia, los estados del sur declararon la separación. Comprometido a preservar la Unión y con mayor base industrial y poder de fuego, el norte se impuso al sur en Gettysburg, con un saldo de un millón de muertos entre ambos bandos en la que fue la primera guerra contemporánea. La esclavitud fue abolida, pero la discriminación racial y el odio entre ambas regiones se mantuvieron. Después de la guerra civil, los pueblos de las grandes llanuras, en especial los sioux, emprendieron numerosas guerras de defensa. Los tratados de 1851 y 1868, que reconocían su soberanía, fueron ignorados tras el hallazgo de oro en sus tierras. La ocupación gradual de su territorio se completó en 1890, cuando la última resistencia sioux fue derrotada. En la década de 1880, los sobrevivientes de los primeros pueblos fueron confinados en reservas, la mayoría en zonas áridas e inhóspitas. Años después, compañías mineras encontraron en esas tierras yacimientos de uranio, carbón, petróleo y gas natural. El interés de las empresas en tales riquezas replanteó el cuestionamiento a los derechos de los nativos sobre las tierras de sus reservas.

Entre 1870 y 1920, la población de Estados Unidos pasó de 38 millones a 106 millones y el número de estados de 37 a 48. A la fusión del ferrocarril en grandes compañías le siguió una rápida expansión capitalista, que a inicios del siglo XX había transformado al país agrario en una sociedad industrial. A fines del siglo XIX, se había consolidado un sistema bipartidista, con republicanos y demócratas alternando en el poder. A pesar de sus diferencias, ambos agrupamientos han mantenido históricamente un alto grado de consenso frente a las grandes cuestiones nacionales e internacionales, que redundó en una política exterior de gran coherencia. Tras una larga lucha iniciada en 1889, en 1920 fue aprobado el sufragio femenino. Resueltas las grandes cuestiones internas, Estados Unidos comenzó a actuar en el escenario internacional. La guerra con España por Cuba y las Filipinas, en 1898, inauguró la etapa imperialista ultramarina. La ocupación de Panamá, la construcción del Canal y de un sistema de bases militares en la región convirtió a América Central, declarada su zona de seguridad vital, en una especie de protectorado. Estados Unidos justificó sus intervenciones con la Doctrina Monroe, bajo el lema "América para los americanos". Francia fue obligada a retirar las tropas que protegían al emperador Maximiliano en México y el Reino Unido a abandonar una disputa territorial con Venezuela. En 1890 tuvo lugar la primera conferencia panamericana, como preámbulo del sistema interamericano montado posteriormente.

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Documental sobre Gettysburg

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miércoles, 29 de octubre de 2008

II Revolución Industrial

De la I Revolución Industrial a la II
Hasta mediados del siglo XIX, la mayoría de la población europea estaba formada por campesinos. En los Estados Unidos, la agricultura predomina hasta el triunfo del norte industrialista. La lentitud con que se propagaban los cambios impulsados por la Revolución Industrial llevó a que la economía mundial siguiera sometida a los ritmos impuestos por las cosechas. La crisis económica que se desata entre 1846 y 1848 fue la última crisis cuyas causas fueron predominantemente agrarias. En el ámbito de las comunicaciones, se dieron profundos cambios. George Stephenson inventó la locomotora, el parlamento inglés comenzó a aprobar la instalación de vías férreas. La más importante fue la que unió los centros industriales de Liverpool y Manchester. El tren revolucionó la circulación de mercaderías, abarató los costos y amplió los mercados. También se duplicó la capacidad de los barcos para transportar cargas y se redujo el tiempo necesario para cruzar el Atlántico. Otro adelanto de gran importancia fue el telégrafo. En 1837, Samuel Morse ideó un código que permitía transmitir textos… Todos estos adelantos mejoraron la calidad de vida de una población que fue creciendo al ritmo de estos cambios. Aumentó la natalidad y disminuyeron los índices de mortalidad. Los países de mayor industrialización registraron un mayor aumento de la población. Entre 1850 y 1890, Gran Bretaña pasó de 21 millones a 33; Alemania de 34 a casi 50; Bélgica de 4 a 6. En cambio, en los países con menor desarrollo industrial, el aumento demográfico fue menor. Francia pasó de 36 a 38 millones y España, de 15,7 a 17,6.

II Segunda Revolución Industrial
Para la consolidación del capitalismo industrial, fue muy importante la alianza del mundo industrial con el financiero. Los capitalistas industriales necesitaban recursos económicos y debían recurrir a los banqueros para poder concretar sus negocios. Los financistas fueron haciéndose imprescindibles y dominaron el mercado, al que le dieron un nuevo impulso. A partir de 1870, comenzaron a producirse una serie de cambios en la industria, tan importantes, que la mayoría de los historiadores hablan de una segunda revolución industrial. A diferencia de la primera, esta segunda revolución fue el resultado de la unión entre la ciencia, la técnica y el capital financiero. Así como en la primera, el elemento determinante fue el vapor; en la segunda, una serie de inventos marcaron su desarrollo. La electricidad, empleada desde mediados de siglo en el telégrafo, pudo ser usada en la producción. En 1867, Werner Siemens aplicó la dínamo un aparato que permitía producir electricidad a la industria. En 1879, Thomas Alva Edison fabrica la primera lámpara eléctrica y la transformó en un producto industrial de su propia fábrica: la Edison Company, conocida después como General Electric Company, la primera empresa mundial de electricidad. El petróleo y sus derivados fueron los combustibles de esta Segunda Revolución Industrial y el acero, la materia prima.

Los Trust
Los grandes capitales financieros estaban concentrados en pocas manos. Así, comenzaron a formarse los trusts (agrupación de empresas). Su objetivo era controlar todo un sector de la economía, constituyendo monopolios, lo que sometía al consumidor a aceptar las reglas y los precios. La meta era aumentar las ganancias dominando el mercado y eliminando la competencia. Esto iba en contra de los postulados del liberalismo (la competencia era clave para la regular precios y mejorar la calidad). Los trusts monopolizaron la producción y la comercialización de un producto. Fueron muy comunes en los Estados Unidos (David Rockefeller - Standarld Oil Company,controlaba el 90% del petróleo).

Taylorismo y Fordismo
Los dueños de las fábricas buscaban la manera de bajar sus costos y aumentar las ganancias, y encontraron en las ideas del ingeniero estadounidense Frederick Taylor ayuda. Algunos llamaron a este método "organización científica del trabajo", taylorismo. El método de Taylor consistía en calcular el tiempo promedio para producir un producto y obligar al obrero a acelerar el ritmo de trabajo asimilándolo a una máquina. Esto se lograba aislando a cada trabajador del resto de sus compañeros bajo el control del personal directivo, que le indicaba qué tenía que hacer y en cuanto tiempo, haciendo que cada trabajador produjera una parte del producto, perdiendo la idea de totalidad y automatizando su trabajo y por último pagando distintos salarios a cada obrero de acuerdo con la cantidad de piezas producidas o con su rendimiento. Esto fomentaba la competencia entre compañeros y aceleraba los ritmos de producción. La máquina establecía la intensidad del trabajo y, a su vez, cada obrero requería saber menos, pues para realizar una tarea mecánica y rutinaria lo único que necesitaba era obedecer. De esa forma, el empresario ya no dependía de la buena voluntad del trabajador para realizar su tarea eficazmente o de sus conocimientos. El obrero era, según Taylor, un "gorila amaestrado" que hacía lo que otro había pensado y, al mismo tiempo siguiendo el esquema de Adam Smith, producía más en menos tiempo. Una de las primeras empresas que aplicó los métodos de Taylor fue la Ford Motors Company, de Detroit. Allí se puso en práctica la "cadena de montaje", una cinta transportadora que movía las piezas para que los obreros trabajaran sobre ellas en un tiempo determinado y en una actividad. Al final de la cadena el auto quedaba terminado. A este novedoso modo de producir se lo llamó fordismo.

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A Beautiful Mind (Adam Smith was wrong) (No, no es cine mudo, subid el audio que el video lo tiene bajo)

"Adam Smith said the best result comes from everyone in the group doing what's best for himself, right? Adam Smith was wrong! The message: Sometimes it is better to cooperate!" - John Nash (Russell Crowe)

martes, 28 de octubre de 2008

I Revolución Industrial

La emergencia del capitalismo y la Revolución Industrial
Hasta fines del siglo XVIII, la economía europea se había basado en la agricultura y el comercio. Los productos industriales eran artesanías, como los tejidos, que se fabricaban en casas particulares. En una economía fundamentalmente artesanal, el comerciante entregaba la lana a una familia y ésta la hilaba, la tejía y devolvía a su patrón el producto terminado a cambio de una suma de dinero. Esta forma de producción se modificó notablemente entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX. El país donde comenzaron estos cambios fue Inglaterra. Allí se daban una serie de condiciones que hicieron posible que, en poco tiempo, se transformara en una nación industrial; lo que permitió impulsar la inventiva y aplicarla a la producción y a los transportes. Surgieron los telares mecánicos, que multiplicaban notablemente la cantidad y la calidad, los ferrocarriles y los barcos de vapor. Este período, conocido como la Revolución Industrial, fue posible porque:

-Importantes yacimientos de carbón, el combustible más usado en la época, yacimientos de hierro, materia prima con la que se hacían las máquinas, los barcos y los ferrocarriles.

-La burguesía inglesa había acumulado grandes capitales a partir de su expansión colonial y comercial

-Las ideas liberales, muy difundidas en Inglaterra, favorecían la iniciativa privada. A esto se sumaban las garantías que daba un parlamento que representaba también los intereses de esta burguesía industrial y comercial.

-La marina Mercante inglesa era una de las más importantes del mundo. Esto garantizaba a los productores de ese país una excelente red de distribución en el orden mundial.

Al mismo tiempo que tiene lugar en Inglaterra la revolución industrial, se produce en el país una importante transformación agrícola que favorece la industrialización. En Inglaterra existían tierras comunales, fincas propiedad de alguna comunidad: aldea, pueblo o ciudad cuyos vecinos se aprovechaban gratuitamente de ellas. Estas tierras comunales solían estar dedicadas a pastos o a bosques: cualquier habitante del pueblo podía llevar su ganado a pastar y, de la misma manera, cualquier vecino podía recoger leña del bosque común, bien para su uso, bien para convertirla en carbón y venderla después. A mediados del siglo XVIII, esta situación cambió. El gobierno publicó una ley por la que se suprimían las propiedades comunales. Así, estas tierras, que hasta entonces habían pertenecido a los pueblos, fueron sacadas a pública subasta y compradas por los más ricos. El resultado, desde el punto de vista social y humano, fue desastroso: los campesinos y los jornaleros sólo podían sobrevivir gracias a las fincas comunales; no tienen más remedio que dejar el campo y trasladarse a la ciudad para trabajar como obreros en las nuevas fábricas que en esos momentos se estaban levantando.

Capitalismo industrial
El maquinismo exigió una importante inversión de capitales. Hasta ese momento la burguesía los destinaba a los bancos y al comercio, pero vio el negocio que significaba producir a bajo costo y en grandes cantidades. Así nació la burguesía industrial, integrada por los dueños de las grandes fábricas, que pondrán fin a los pequeños talleres. Frente a esta nueva realidad, los artesanos tenían que cerrar sus talleres. A este sistema se lo llamó capitalismo industrial, la industria será el nuevo centro de producción del capital al que estará asociada la banca financiando la producción y las ventas y el comercio. Las grandes ganancias generadas por la actividad industrial no serían reinvertidas en su totalidad, los dueños de las fábricas advirtieron la conveniencia de diversificar inversiones y destinar parte de su capital a la creación de bancos, entidades financieras y compañías de comercio que distribuían la mercadería que producían sus fábricas. La Revolución Industrial determinó la aparición de dos nuevas clases sociales: la burguesía industrial (los dueños de las fábricas) y el proletariado industrial (los trabajadores). Esta situación llevó a varios pensadores de la época a sostener que el enfrentamiento entre estos dos grupos sociales (la lucha de clases) continuaría siendo ineludible y a la vez la condición básica para el surgimiento de una sociedad más igualitaria.

Avances técnicos
La sustitución de la fuerza humana y animal por la mecánica fue posible gracias a una serie de innovaciones técnicas que se extendieron por Inglaterra a lo largo del siglo XVIII. Los conceptos científicos en los que se basaban ya eran conocidos desde hacía siglos, hecho que contribuyó a que la Primera Revolución Industrial fuese relativamente simple desde el punto de vista técnico y su coste no excesivo. La novedad radicó en la aplicación de esos conocimientos a la producción de bienes materiales. Los principales campos en los que se produjeron las innovaciones técnicas fueron el de la energía (máquina vapor de Watt), el textil, la metalurgia (altos hornos) y los transportes (locomotora de Stephenson). La incorporación de las máquinas a la producción sustituyó el trabajo manual y los tradicionales sistemas de fabricación.

El liberalismo económico
Es la doctrina elaborada por la burguesía para justificar su enriquecimiento y la miseria de la clase trabajadora. Su principal representante es el economista Adam Smith que, en 1776, publicó su obra titulada “Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones” En ella se defiende la teoría que el Estado debe mantenerse apartado de la economía del país, no debe fijar ni precios ni salarios, ni debe proteger a los obreros. Los empresarios pueden actuar con entera libertad y como mejor le parezca. La misión del Estado es simplemente la de policía: mantener el orden público pero sin intervenir para nada en los asuntos económicos. Al desentenderse el gobierno de las cuestiones social y económica al dejar a los obreros en manos de los empresarios que fijaban a su antojo los sueldos, la situación del proletariado fue empeorando continuamente, a medida que se desarrollaba la industrialización.

Orígenes del movimiento obrero
El proletariado comienza su actividad organizativa y reivindicativa casi simultáneamente a su aparición, tanto en alianza con otros grupos sociales, como de forma independiente. Entre las primeras manifestaciones colectivas del descontento obrero destacan las que tenían como objetivo la destrucción de las fábricas y las máquinas, a las que se consideraba responsables del deterioro de las condiciones de vida de los obreros y del desempleo, azote del proletariado.
Estas protestas son conocidas con el nombre de ludismo, en referencia a un obrero tejedor llamado Nedd Ludd, simbólico iniciador del movimiento. La represión del ludismo y la prohibición de las asociaciones obreras condujeron a las masas trabajadoras, así como a algunos intelectuales y empresarios, a buscar fórmulas que resolvieran el acuciante problema de las duras condiciones de vida del proletariado. Tras un período de clandestinidad sindical, en 1824 se autorizó en Inglaterra la formación de Trade Unions, sindicatos por oficio que tendieron a unirse hasta topar con nuevas prohibiciones. En los años 30 del siglo XIX surgió el Cartismo, movimiento pacífico que mediante sus manifestaciones y actos públicos consiguió reunir casi dos millones de firmas en defensa de una Carta del pueblo (1837), mediante la cual se solicitaba a la Cámara de los Comunes británica el sufragio universal, mayor representatividad de los votos y otras reformas, con las que pretendían lograr mejoras laborales, educativas y sociales. Algunas manifestaciones cartistas fueron reprimidas de forma sangrienta, lo que contribuyó a la finalización de un movimiento que, en todo caso, debe considerarse un éxito como ensayo de movilización general de las masas obreras. A mediados del siglo XIX, numerosas esperanzas se depositaron en el Cooperativismo, ante iniciativas como la de Robert Owen que consiguió, con gran éxito económico, poner en marcha notables mejoras laborales en la empresa New Lanark. Desde 1848, el movimiento obrero adopta a menudo la forma de una verdadera guerra de clases. La represión de las manifestaciones cartistas de ese año y las luchas de las jornadas revolucionarias de París rompieron la alianza que hasta ese momento unía al proletariado con la burguesía. Las nuevas formulaciones, el marxismo y el anarquismo, considerarán la lucha como único medio de emancipación y aspirarán a la superación de la sociedad capitalista y de la explotación obrera.

La Iglesia y la cuestión social
Durante la primera mitad del siglo XIX, la Iglesia católica comenzó a manifestar su preocupación frente a la presencia de un proletariado empobrecido y en constante aumento. La Iglesia, adopta soluciones que pasaban por la caridad. En Francia fue creada la Sociedad de Moral Cristiana, de la que surgieron cajas de ahorro y sociedades de socorros mutuos. La Sociedad tenía un comité para el perfeccionamiento moral de los presos y otro para la ubicación de éstos. Hacia 1891, el Papa León XIII dictó la encíclica Rerum Novarum en la que la Iglesia trató problemas propios del mundo contemporáneo, como el salario, y expresó su preocupación por las condiciones de vida de los trabajadores.


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Trailer de Oliver Twist (dirigida por Roman Polanski)

lunes, 27 de octubre de 2008

Legado clásico y medieval, Humanismo, racionalismo e Ilustración

-Andrea Del Sarto / Ultima cena. Firenze, Cenacolo di San Salvi

En la península Ibérica, el matrimonio entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla determinó la unión entre las dos coronas y la creación de un gran Estado. Portugal iniciaba su expansión por África y el sur de Asia. Las otras dos potencias occidentales eran Francia, que continuaba su expansión con la anexión de Aquitania, Bretaña y parte de Borgoña, e Inglaterra, donde se instaló la nueva dinastía Tudor. Alemania seguía dividida en principados; el poder imperial pasó a manos de los Habsburgo, que mantuvieron la dignidad imperial hasta principios del siglo XX.

En el este de Europa, el imperio bizantino desapareció en 1453 cuando Constantinopla fue conquistada por los turcos otomanos, que construyeron un gran imperio que se extendía desde los Balcanes hasta Egipto y desde el norte de África hasta el golfo Pérsico. La herencia ortodoxa y bizantina fue recogida por el príncipe de Moscú, Iván el Grande, que adoptó el título de zar y sentó las bases del futuro imperio ruso.

Los monarcas medievales habían visto limitado su poder por la nobleza y las ciudades. Los reyes del XVI intentaron conseguir mayor autonomía y libertad de acción. Así apareció el Estado moderno como marco territorial y político, cuyas instituciones se orientaron a la sujeción de los súbditos bajo la soberanía del rey. Los monarcas, para robustecer su autoridad, reforzaron o crearon los siguientes instrumentos: La unificación territorial, mediante una política de uniones matrimoniales o por medio de la guerra. Los consejos, órganos consultivos competentes en las diferentes parcelas del gobierno. El ejército permanente, nutrido por levas populares y por soldados mercenarios. Los funcionarios, que formaron el aparato gubernativo tanto en la corte como en los diferentes territorios y municipios. La diplomacia, como vehículo de las relaciones internacionales. En el siglo XVI se consolidaron tres grandes monarquías: la española, la francesa y la inglesa.

El humanismo fue un movimiento intelectual que alcanzó su máximo desarrollo en los siglos XV y XVI. Se caracterizó por el rechazo de muchos de los principios del conocimiento medieval y por un afán de recuperación del saber clásico: Frente a la sociedad medieval, en la que todo giraba en torno a la idea de Dios, para los humanistas el ser humano era el centro del universo, libre y racional. Los humanistas se inspiraron en la Antigüedad clásica, traduciendo y estudiando sus textos. Las enseñanzas de Aristóteles o Platón pasaron a ser consideradas un modelo de conducta social, política y religiosa. El humanismo defendió la búsqueda de la verdad a través de la reflexión personal y de la investigación. Los humanistas promovieron el uso escrito de las lenguas populares, considerándolas tan aptas para la cultura como el latín o el griego. La Biblia fue traducida y estudiada en lenguas populares. El arte del Renacimiento se desarrolló durante los siglos XV y XVI, y desde Italia se extendió al resto de Europa. Los artistas buscaron la inspiración en formas simples y las proporciones armoniosas clásicas.

Se logró el dominio de la perspectiva en la pintura, transmitiendo una sensación más real. Los artistas mostraron un profundo interés por la naturaleza. No obstante, las figuras se idealizaban. Surgen nuevos temas, además de iglesias, se construyen palacios, ayuntamientos, universidades... Los pintores y escultores realizaron también retratos y cuadros mitológicos. El Renacimiento fue tanto una forma de cultura, definidora de una época, como una forma de pensar y de vivir.

Estas son las notas que lo caracterizan: Reencuentro deliberado del hombre con la antigüedad clásica. Los escritores y los artistas rechazaron la tradición medieval y prefirieron tomar como modelo las ideas y las obras del período clásico de Grecia y Roma. Volvieron a imponerse la ordenación lógica, el canon del arte griego, el cultivo del latín y del griego. Desprecio por las formas medievales. En el Renacimiento se dio al arte medieval el nombre de «gótico» porque en aquel tiempo lo consideraban propio de bárbaros. Consideración del hombre como centro de la reflexión y de las preocupaciones (humanismo), a diferencia de la Edad Media, que tuvo a Dios como eje de toda actividad intelectual (teocentrismo). El hombre del Renacimiento se llamó a sí mismo humanista, y consideraba que el arte, la literatura y la música debían reflejar también sus problemas, sentimientos y aspiraciones, abandonando el tema exclusivamente religioso. Visión optimista del hombre y de la naturaleza. La recuperación de la filosofía platónica trajo como consecuencia la búsqueda de la armonía y de la proporción. La preocupación por el hombre tuvo como efecto un arte humanizado.

Desde finales de la Edad Media existía en ciertas capas de la sociedad un profundo malestar por la situación de la Iglesia. Opinaban que: Las altas jerarquías eclesiásticas vivían en un lujo y riqueza exagerados. El clero tenía una escasa formación. Los cargos eclesiásticos se compraban y muchos de los compradores carecían de vocación religiosa y solo buscaban el beneficio económico. Otro motivo de escándalo eran las indulgencias, un documento que emitía el papado por el que se compraba el perdón de los pecados.

En 1515, el papa León X ordenó predicar nuevas indulgencias para sufragar la construcción de San Pedro del Vaticano. El monje alemán Martín Lutero protestó con la publicación, en 1517, de sus 95 tesis contra la doctrina católica, y fue apoyado por los nobles alemanes, deseosos de hacerse con las tierras de la Iglesia en sus principados. En 1520, el papa León X condenó las posiciones de Lutero, y al año siguiente lo excomulgó.

Siguiendo el ejemplo luterano, aparecieron otros movimientos reformadores en Europa. Calvinismo. Esta doctrina surgió en Ginebra y se extendió por los Países Bajos, algunas regiones de Francia y las islas Británicas. Su fundador, Juan Calvino, defendía la predestinación, según la cual las personas estaban salvadas o condenadas antes de nacer. El Anglicanismo surgió en 1534, cuando el rey Enrique VIII separó a la Iglesia de su país de la obediencia al papa, que se negó a aceptar el divorcio del rey. Posteriormente, la Iglesia anglicana fue adoptando muchos rasgos del calvinismo. A partir de 1540, la división religiosa derivó en enfrentamiento militar. Hasta mediados del siglo XVII se sucedió una serie continua de guerras, tanto civiles como entre las diferentes potencias europeas. En estas guerras los asuntos religiosos se mezclaron con la política internacional.

La Contrarreforma fue un movimiento de reforma dentro de la propia Iglesia católica. El Concilio de Trento (1545-1563) fue convocado por el papa Paulo III con el objetivo de lograr la reconciliación entre católicos y protestantes y supuso la reacción oficial de la Iglesia católica ante los numerosos problemas que la afectaban. No se consiguió un acuerdo, pero la Iglesia católica fijó su doctrina y luchó contra la expansión protestante. Sus principales resoluciones fueron: Se confirmó la doctrina elaborada por la Iglesia a lo largo de los siglos: la validez de los sacramentos, la existencia de la jerarquía eclesiástica, la primacía del papa, el culto a la Virgen y a los santos y la validez de las buenas obras como medio para obtener la salvación. Afirmación de que la Sagrada Escritura y la Tradición son fuentes de revelación o criterios de fe. Se mejoró la formación del clero mediante la creación de seminarios. Se reorganizaron los obispados y las parroquias. Los obispos estaban obligados a residir en su diócesis y visitar las parroquias. Se crearon nuevos medios de difusión de la doctrina católica entre todos los grupos sociales, como el catecismo y las nuevas escuelas. Se fortaleció el Tribunal de la Inquisición y se creó el Índice de libros prohibidos.

Durante el siglo XVIII triunfó en Europa una corriente cultural que pretendía iluminar con la «luz de la razón» todos los misterios del mundo y acabar con lo que consideraban las tinieblas de la superstición y la ignorancia. Por esta razón, recibió el nombre de Ilustración. Las características de este movimiento intelectual fueron cuatro: Colocar la razón como la base principal del conocimiento, rechazando lo sobrenatural y lo tradicional. Esta faceta incluía una fuerte crítica a los dogmas establecidos por la religión y un distanciamiento de las prácticas religiosas tradicionales. Potenciar el optimismo sobre la capacidad del ser humano y la confianza desmedida en el progreso constante de la humanidad. Poner en práctica los descubrimientos científicos y aplicar las aportaciones de los filósofos en la sociedad y en la política. Considerar la educación como el mejor medio para difundir la razón, por lo que se estimó que debía ser dirigida por el Estado.

Los orígenes de la Ilustración se encuentran en el siglo XVII, en el racionalismo de Descartes. Las principales figuras de la Ilustración fueron Diderot, Montesquieu, Voltaire y D'Alembert. La nueva ideología se difundió al margen de los centros oficiales, como las universidades o las academias, porque en gran parte seguían controlados por los gobiernos o la Iglesia. Los medios de difusión utilizados por la Ilustración fueron principalmente los salones, la masonería, la prensa y todo tipo de publicaciones. Una buena definición de liberalismo sería que se trataba de una orientación intelectual y política que enfatizó el valor de la libertad individual. La doctrina, elaborada entre el XVIII y el XIX se funda en el principio de la libertad individual (libre iniciativa y libre comercio) en economía, igualdad jurídica, división de poderes, Estado de Derecho garantizado por una constitución, sufragio censitario y un parlamento con poder legislativo y laico; así pues, se sientan aquí las bases de las democracias modernas.

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Documental no excesivamente hortera (y ya es decir) sobre Leonardo Da Vinci y el Renacimiento.

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