lunes, 27 de octubre de 2008

Legado clásico y medieval, Humanismo, racionalismo e Ilustración

-Andrea Del Sarto / Ultima cena. Firenze, Cenacolo di San Salvi

En la península Ibérica, el matrimonio entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla determinó la unión entre las dos coronas y la creación de un gran Estado. Portugal iniciaba su expansión por África y el sur de Asia. Las otras dos potencias occidentales eran Francia, que continuaba su expansión con la anexión de Aquitania, Bretaña y parte de Borgoña, e Inglaterra, donde se instaló la nueva dinastía Tudor. Alemania seguía dividida en principados; el poder imperial pasó a manos de los Habsburgo, que mantuvieron la dignidad imperial hasta principios del siglo XX.

En el este de Europa, el imperio bizantino desapareció en 1453 cuando Constantinopla fue conquistada por los turcos otomanos, que construyeron un gran imperio que se extendía desde los Balcanes hasta Egipto y desde el norte de África hasta el golfo Pérsico. La herencia ortodoxa y bizantina fue recogida por el príncipe de Moscú, Iván el Grande, que adoptó el título de zar y sentó las bases del futuro imperio ruso.

Los monarcas medievales habían visto limitado su poder por la nobleza y las ciudades. Los reyes del XVI intentaron conseguir mayor autonomía y libertad de acción. Así apareció el Estado moderno como marco territorial y político, cuyas instituciones se orientaron a la sujeción de los súbditos bajo la soberanía del rey. Los monarcas, para robustecer su autoridad, reforzaron o crearon los siguientes instrumentos: La unificación territorial, mediante una política de uniones matrimoniales o por medio de la guerra. Los consejos, órganos consultivos competentes en las diferentes parcelas del gobierno. El ejército permanente, nutrido por levas populares y por soldados mercenarios. Los funcionarios, que formaron el aparato gubernativo tanto en la corte como en los diferentes territorios y municipios. La diplomacia, como vehículo de las relaciones internacionales. En el siglo XVI se consolidaron tres grandes monarquías: la española, la francesa y la inglesa.

El humanismo fue un movimiento intelectual que alcanzó su máximo desarrollo en los siglos XV y XVI. Se caracterizó por el rechazo de muchos de los principios del conocimiento medieval y por un afán de recuperación del saber clásico: Frente a la sociedad medieval, en la que todo giraba en torno a la idea de Dios, para los humanistas el ser humano era el centro del universo, libre y racional. Los humanistas se inspiraron en la Antigüedad clásica, traduciendo y estudiando sus textos. Las enseñanzas de Aristóteles o Platón pasaron a ser consideradas un modelo de conducta social, política y religiosa. El humanismo defendió la búsqueda de la verdad a través de la reflexión personal y de la investigación. Los humanistas promovieron el uso escrito de las lenguas populares, considerándolas tan aptas para la cultura como el latín o el griego. La Biblia fue traducida y estudiada en lenguas populares. El arte del Renacimiento se desarrolló durante los siglos XV y XVI, y desde Italia se extendió al resto de Europa. Los artistas buscaron la inspiración en formas simples y las proporciones armoniosas clásicas.

Se logró el dominio de la perspectiva en la pintura, transmitiendo una sensación más real. Los artistas mostraron un profundo interés por la naturaleza. No obstante, las figuras se idealizaban. Surgen nuevos temas, además de iglesias, se construyen palacios, ayuntamientos, universidades... Los pintores y escultores realizaron también retratos y cuadros mitológicos. El Renacimiento fue tanto una forma de cultura, definidora de una época, como una forma de pensar y de vivir.

Estas son las notas que lo caracterizan: Reencuentro deliberado del hombre con la antigüedad clásica. Los escritores y los artistas rechazaron la tradición medieval y prefirieron tomar como modelo las ideas y las obras del período clásico de Grecia y Roma. Volvieron a imponerse la ordenación lógica, el canon del arte griego, el cultivo del latín y del griego. Desprecio por las formas medievales. En el Renacimiento se dio al arte medieval el nombre de «gótico» porque en aquel tiempo lo consideraban propio de bárbaros. Consideración del hombre como centro de la reflexión y de las preocupaciones (humanismo), a diferencia de la Edad Media, que tuvo a Dios como eje de toda actividad intelectual (teocentrismo). El hombre del Renacimiento se llamó a sí mismo humanista, y consideraba que el arte, la literatura y la música debían reflejar también sus problemas, sentimientos y aspiraciones, abandonando el tema exclusivamente religioso. Visión optimista del hombre y de la naturaleza. La recuperación de la filosofía platónica trajo como consecuencia la búsqueda de la armonía y de la proporción. La preocupación por el hombre tuvo como efecto un arte humanizado.

Desde finales de la Edad Media existía en ciertas capas de la sociedad un profundo malestar por la situación de la Iglesia. Opinaban que: Las altas jerarquías eclesiásticas vivían en un lujo y riqueza exagerados. El clero tenía una escasa formación. Los cargos eclesiásticos se compraban y muchos de los compradores carecían de vocación religiosa y solo buscaban el beneficio económico. Otro motivo de escándalo eran las indulgencias, un documento que emitía el papado por el que se compraba el perdón de los pecados.

En 1515, el papa León X ordenó predicar nuevas indulgencias para sufragar la construcción de San Pedro del Vaticano. El monje alemán Martín Lutero protestó con la publicación, en 1517, de sus 95 tesis contra la doctrina católica, y fue apoyado por los nobles alemanes, deseosos de hacerse con las tierras de la Iglesia en sus principados. En 1520, el papa León X condenó las posiciones de Lutero, y al año siguiente lo excomulgó.

Siguiendo el ejemplo luterano, aparecieron otros movimientos reformadores en Europa. Calvinismo. Esta doctrina surgió en Ginebra y se extendió por los Países Bajos, algunas regiones de Francia y las islas Británicas. Su fundador, Juan Calvino, defendía la predestinación, según la cual las personas estaban salvadas o condenadas antes de nacer. El Anglicanismo surgió en 1534, cuando el rey Enrique VIII separó a la Iglesia de su país de la obediencia al papa, que se negó a aceptar el divorcio del rey. Posteriormente, la Iglesia anglicana fue adoptando muchos rasgos del calvinismo. A partir de 1540, la división religiosa derivó en enfrentamiento militar. Hasta mediados del siglo XVII se sucedió una serie continua de guerras, tanto civiles como entre las diferentes potencias europeas. En estas guerras los asuntos religiosos se mezclaron con la política internacional.

La Contrarreforma fue un movimiento de reforma dentro de la propia Iglesia católica. El Concilio de Trento (1545-1563) fue convocado por el papa Paulo III con el objetivo de lograr la reconciliación entre católicos y protestantes y supuso la reacción oficial de la Iglesia católica ante los numerosos problemas que la afectaban. No se consiguió un acuerdo, pero la Iglesia católica fijó su doctrina y luchó contra la expansión protestante. Sus principales resoluciones fueron: Se confirmó la doctrina elaborada por la Iglesia a lo largo de los siglos: la validez de los sacramentos, la existencia de la jerarquía eclesiástica, la primacía del papa, el culto a la Virgen y a los santos y la validez de las buenas obras como medio para obtener la salvación. Afirmación de que la Sagrada Escritura y la Tradición son fuentes de revelación o criterios de fe. Se mejoró la formación del clero mediante la creación de seminarios. Se reorganizaron los obispados y las parroquias. Los obispos estaban obligados a residir en su diócesis y visitar las parroquias. Se crearon nuevos medios de difusión de la doctrina católica entre todos los grupos sociales, como el catecismo y las nuevas escuelas. Se fortaleció el Tribunal de la Inquisición y se creó el Índice de libros prohibidos.

Durante el siglo XVIII triunfó en Europa una corriente cultural que pretendía iluminar con la «luz de la razón» todos los misterios del mundo y acabar con lo que consideraban las tinieblas de la superstición y la ignorancia. Por esta razón, recibió el nombre de Ilustración. Las características de este movimiento intelectual fueron cuatro: Colocar la razón como la base principal del conocimiento, rechazando lo sobrenatural y lo tradicional. Esta faceta incluía una fuerte crítica a los dogmas establecidos por la religión y un distanciamiento de las prácticas religiosas tradicionales. Potenciar el optimismo sobre la capacidad del ser humano y la confianza desmedida en el progreso constante de la humanidad. Poner en práctica los descubrimientos científicos y aplicar las aportaciones de los filósofos en la sociedad y en la política. Considerar la educación como el mejor medio para difundir la razón, por lo que se estimó que debía ser dirigida por el Estado.

Los orígenes de la Ilustración se encuentran en el siglo XVII, en el racionalismo de Descartes. Las principales figuras de la Ilustración fueron Diderot, Montesquieu, Voltaire y D'Alembert. La nueva ideología se difundió al margen de los centros oficiales, como las universidades o las academias, porque en gran parte seguían controlados por los gobiernos o la Iglesia. Los medios de difusión utilizados por la Ilustración fueron principalmente los salones, la masonería, la prensa y todo tipo de publicaciones. Una buena definición de liberalismo sería que se trataba de una orientación intelectual y política que enfatizó el valor de la libertad individual. La doctrina, elaborada entre el XVIII y el XIX se funda en el principio de la libertad individual (libre iniciativa y libre comercio) en economía, igualdad jurídica, división de poderes, Estado de Derecho garantizado por una constitución, sufragio censitario y un parlamento con poder legislativo y laico; así pues, se sientan aquí las bases de las democracias modernas.

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Documental no excesivamente hortera (y ya es decir) sobre Leonardo Da Vinci y el Renacimiento.

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